La zarzuela española en el Siglo XVIII
A comienzos del Siglo XVIII, Felipe V desarrollará una política musical basada en la importación de lo italiano, que acabará muy pronto con las personales aportaciones de España al arte lírico, hundiendo por algo más de un siglo la creación netamente nacional.
En 1703, la llegada a Madrid de la primera compañía de ópera italiana determinaría un cambio en los gustos cortesanos que se orientaron con total preferencia hacia las producciones, procedentes de aquel país. En 1728, se establece en la corte española, Domenico Scarlatti. En 1737, Carlo Broschi (el célebre Farinelli il castrato) se instala en palacio, erigiéndose en supremo dictador de los gustos musicales cortesanos. Finalmente es llamado a la capital Luigi Bocherini, con lo que se consolidan los gustos italianos de la corte. No sólo la música no era de inspiración española, sino que los textos en que se apoyaba, eran en su totalidad producto de la importación. El castellano desapareció prácticamente del universo lírico. La primitiva zarzuela había sucumbido ante el alud provocado por los nuevos vientos líricos que soplaban desde Italia. La vida oficial se había italianizado, despegándose de la tradición, pero ésta no tardaría en reaparecer en aquellos ámbitos opuestos al arte oficial como, el ambiente popular y callejero, la taberna, el café, etc. serán los escenarios de unas manifestaciones elementales que, con el correr del tiempo, se constituirían en factores esenciales del resurgimiento de la zarzuela en el Siglo XIX. Nos estamos refiriendo especialmente a la tonadilla escénica. Especialmente importante desde este punto de vista es el desdoblamiento en dos (o en más) del personaje que interpretaba la tonadilla, puesto que ello provocaba el diálogo y con ello la creación de una rudimentaria acción dramática que, al recibir nuevos ingredientes como decorados, libreto con mayor unidad dramática, etc. no tardaría en cristalizar en un nuevo género popular y castizo. Con ello asistimos al renacimiento de la zarzuela. La tonadilla comienza a fructificar en torno a 1750 y llegará a alcanzar una enorme difusión, llenando durante los próximos cincuenta años todos los teatros y corrales de comedias de Madrid y de España. Podemos definir la tonadilla, como una breve obra escénica cantada y hablada, que cuenta entre sus motivaciones principales las de ejercer la crítica social y la expresión de actitudes de oposición, similar a lo que hoy en día denominaríamos canción protesta. Más que el simple afán de divertir, se rebela contra el italianismo que domina la vida musical oficial y se caracteriza por lo pintoresco y por incluir toda clase de canciones y danzas populares españolas y hasta coloniales. La mayoría de los compositores españoles compusieron una gran variedad de obras de este género y entre sus características podemos enumerar que:
Se representaban entre los actos de una comedia o bien de manera independiente. Las había para uno “a solo”, o para dos, tres y hasta seis y más personajes extraídos de la vida cotidiana de entonces: venteros, hortelanos, toreros, lacayos, músicos, poetas, etc.
La temática era variada: amores, desengaños, celos, venganzas, desdenes, etc. Musicalmente se inspira en el folklore español. Sus ritmos y melodías, sus danzas, seguidilla, fandango, etc. y sus instrumentos, castañuelas, guitarra, etc. son de características nacionales.
A fines del Siglo XVIII algunas comedias con música ya se denominan indistintamente: Ópera, Comedia o Zarzuela. La zarzuela comienza a ser un género con personalidad propia, semipopular, no sujeta al imperio de la ópera, que se extiende al público de los corrales y de los teatros municipales de Madrid.
Los principales artífices de tales cambios son: En la primera mitad del Siglo XVIII, José de Nebra (1702-1768) y el libretista Ramón de la Cruz. En la segunda mitad del Siglo XVIII, el músico Antonio Rodríguez de Hita.
Amics de la Sarsuela de Gràcia
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